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Crema facial.

lunes, 21 de enero de 2008


Un tipo era tan adicto al cigarrillo que no le importaba el lugar ni lo que estuviera haciendo, si le daban ganas de fumar y no tenía cigarrillos, inmediatamente salía a comprarlos.

Un día que estaba bañándose le dieron unas ganas enormes de fumar y salió a comprar cigarrillos tal como Dios lo trajo al mundo. Cuando regresaba, vio que tres monjas iban por su camino, así que lo único que se le ocurrió fue ponerse como si fuera máquina expendedora de cigarrillos. Las monjas llegan y comentan:

"Mira, hermana, que máquina más original de cigarrillos; voy a sacar uno".

Así que le aprieta el miembro y ¡pum! salen sus cigarrillos. Va la segunda, aprieta y nuevamente cigarrillos; la tercera aprieta y aprieta y nada. Cuando ya se estaba dando por vencida y creía que la máquina estaba dañada comenta:

"Vieron, a mí no me entregó cigarrillos, pero si me salió crema para la cara".

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