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El guiso de porotos.

jueves, 23 de agosto de 2007

Una vez en el tiempo, había un hombre que tenía una loca pasión por el guiso de porotos. Él lo amaba, aún cuando siempre tenia una situación algo embarazosa que reaccionaba dentro de él. Un día él consigue a una chica y se enamora. Cuando ya era una realidad que ellos se casarían, el se dijo a sí mismo:- "Ella es tan dulce y tan gentil, que nunca aguantaría algo como esto".
Así que el tipo hizo el sacrificio supremo: dejó el guiso de porotos. Ellos se casaron después de unos días. Algunos meses después, su auto se accidentó mientras iba del trabajo a su casa; y llamó a su esposa y le dijo que llegaría tarde porque tendría que caminar muchos kilómetros antes de llegar a casa. En el camino, se paró en un bar, no aguantó la tentación y ordenó tres raciones de guiso de porotos. Todo el camino a casa se lo pasó echándose pedos y al llegar a la casa, se sentía lo suficientemente seguro de que había expulsado hasta el ultimo pedo. Su esposa estaba muy excitada por su llegada y agitada al verlo, le exclamó: - "Mi amor, esta noche te tengo una increíble sorpresa para cenar".
Para la sorpresa, ella le vendó los ojos en la entrada de la casa y lo acompañó hasta la silla del comedor, donde lo sentó. Justo cuando le iba a quitar el vendaje de la cara, sonó el teléfono. Ella le dijo: - "No te quites el vendaje hasta que yo llegue de hablar por teléfono". Tomando en cuenta la oportunidad de su inasistencia, el agarró y apoyó todo su peso sobre una de sus piernas y dejó escapar un pedo. No fue lo suficientemente ruidoso, pero tan oloroso como huevos podridos. Sacó de su bolsillo un pañuelo y empezó a moverlo vigorosamente para ventilar un poco el aire. Todo volvió a la normalidad cuando de pronto siente ganas nuevamente de tirarse otro pedo por lo que vuelve a apoyar el peso de su cuerpo sobre una pierna y lo deja escapar. A diferencia del anterior, este podía ser el ganador de un gran premio. Mientras desesperadamente mueve el pañuelo para mover el aire y ventilar mas, con un oído atento a la conversación telefónica, le vienen ganas de tirarse otro pedo y se lo tira y la cosa se pone muy difícil, mientras él, desesperadamente, con la vista vendada, sigue moviendo el pañuelo para hacer un poco de aire hasta que escucha que su esposa va a colgar el teléfono, lo cual indica el fin de su libertad para tirarse pedos. Coloca su pañuelo en su pierna y cruza sus manos encima del pañuelo, con una risa de oreja a oreja, lo que sin duda alguna es la mejor imagen de una persona inocente. Disculpándose por haber hablado tanto tiempo por teléfono, le preguntó si se había movido el vendaje y había visto algo. Él aseguró que no había visto nada y en eso, ella le quita el vendaje de los ojos y allí estaba su sorpresa: Doce invitados a cenar, sentados alrededor de la mesa, para su fiesta de cumpleaños sorpresa.

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Anónimo dijo...

JAJAAAA,,BUENISIMO,JAJAAA,,BASTA DE POROTOS YO SOY UNA DE ESAS PERSONAS QUE LE ENCANTAN LOS GUISOS DE POROTOS.